¡ole!, al toro, tratara, de la tematica relacionada con el toreo,el toro y sus fiestas.
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lunes, 28 de marzo de 2011
miércoles, 23 de marzo de 2011
El toro enmaromado
El origen del festejo del toro enmaromado, según la documentación municipal, se halla situado en el contexto de la festividad del Corpus Christí, cuya celebración en la villa, según atestiguan las cuentas de fiestas más antiguas que se han conservado, ya tenía lugar en el siglo XV.
En 1461-1462 figura entre las tres fiestas más señaladas de Benavente, aunque todo hace suponer que tienen una antigüedad mayor.

Es en la segunda mitad del siglo XVII cuando se menciona por primera vez entre los actos de la denominada función del Corpus el correr una res con una maroma o ensogada, concretamente se cita al denominado" buey enmaromado". De esta forma se le llama en los primeros documentos, ya que el término "buey" era muy utilizado al parecer en la época para designar al toro de menor bravura (de este mismo modo continúa definiéndose en los tratados de tauromaquia).
Posteriormente a mediados del siglo XVIII este festejo aparece ya con la denominación de" toro enmaromado de la víspera del Corpus", y plenamente configurado. Desde entonces se viene efectuando periódicamente y de una forma casi exclusiva en las fiestas del Corpus Christi; tan sólo en contadas ocasiones para celebrar algún acontecimiento de júbilo general se corrió un toro enmaromado al margen de esta celebración del Corpus.

Esta tradición de correr un toro enmaromado por las calles de Benavente ha pasado por numerosos avatares históricos (guerras, crisis, revueltas, etc.) que de una forma u otra afectaron a la fiesta. Salvo estos paréntesis circunstanciales se observa una continuidad en el festejo de unos trescientos años.
Esta continuidad y arraigo de la tradición ha sido posible gracias a la voluntad de los benaventanos, que pese a todo han mantenido el secular rito.
La fiesta del toro enmaromado de Benavente podría ser un eslabón más en la larga cadena de ritos y fiestas en un país donde la figura del toro ha tenido siempre una concepción mágico-religiosa. Y donde las antiguas tradiciones en torno a las suertes del toro y de la tauromaquia han sufrido a lo largo de siglos un proceso dinámico cambiante, trocando lo que en un principio fue un rito religioso cargado de simbolismo en un acto lúdico y festivo.
sábado, 19 de marzo de 2011
Enrique Ponce
Enrique Ponce es un ejemplo de precocidad en el toreo. Siendo un niño de ocho años, su abuelo Leandro Martínez, que también quiso ser torero e inculcó a su nieto la afición por el toreo, le lleva a torear su primera becerra. Un año después, con sólo nueve, mata su primer becerro.
Su primera actuación en público se produce en Chiva en un festival benéfico cuando tan sólo tiene 10 años. Posteriormente participa en el concurso ‘Monte Picayo busca un torero’, donde todos los presentes quedan impresionados por la inteligencia, el desparpajo y el arte de un niño que a tan temprana edad ya se perfila como un superdotado de la Tauromaquia. Como triunfador de Monte Picayo, torea una becerrada en Valencia y sale a hombros por la puerta grande.
Además del abuelo Leandro, Enrique Ponce, nacido en Chiva (Valencia) el 8 de diciembre de 1971, tiene antecedentes taurinos en la figura de su tío- abuelo, el matador de toros valenciano Rafael Ponce ‘Rafaelillo’.
Otra prueba de su precocidad es que a los diez años ingresa en la Escuela Taurina de Valencia y que a los doce, y ante la dificultad para torear en su zona, viaja a Jaén, donde torea un festival en Castellar de Santistéban. Allí conoce al que todavía es su apoderado, Juan Ruiz Palomares y debuta de luces en Baeza el 10 de agosto de 1986.
Jaén es clave en la forja del niño torero porque le abre la posibilidad de torear mucho en el campo y participar en festejos sin picadores que se organizan en la zona. Ponce aprende bien el oficio y se prepara para la siguiente etapa de su carrera.
Son sólo dos años los que separan la primera vez que torea de luces del debut con picadores, que tiene lugar en la plaza de Castellón el 9 de marzo de 1988 con novillos de Bernardino Píriz y Curro Trillo y José Luis Torres en el cartel. Esa tarde se muestra como un novillero con futuro y esa misma temporada se presenta en plazas de gran responsabilidad como Sevilla y Madrid, donde torea por primera vez el 1 de octubre de 1988. Esa temporada gana el Zapato de Oro de Arnedo, premio de gran prestigio entre los novilleros.
El nombre de Enrique Ponce suena con tanta fuerza en su primera temporada como novillero que en la siguiente de 1989 ya lidera el escalafón menor con 59 novilladas. Enrique Ponce prueba la sensación de ser el primero, lugar del podio del que no ya no querrá bajar a lo largo de su dilatada carrera taurina.
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