La infancia de Pablo Hermoso de Mendoza transcurre en su ciudad natal, donde combina sus estudios en el colegio de "El Puy", con su ya cada vez más creciente afición por la equitación. Quienes le recuerdan de aquella época cuentan sobre un chiquillo alegre y travieso que al terminar sus clases de inmediato se dirigía a casa para realizar su mayor gusto: montar un caballo pony.
A los cuatro años de edad Pablo ya participaba como alguacilillo en la plaza de la ciudad que lo vio nacer, y con solo ocho años obtuvo el título de campeón infantil de hípica del norte, ganando con ello el derecho para participar en los Campeonatos de España en su categoría.
En su adolescencia se traslada a la ciudad riojana de Logroño, y es ahí donde se presenta la circunstancia que cambiará en definitiva el sentido de su vida. Corría el año de 1981, cuando cierta tarde le tocó presenciar la retransmisión en televisión de una corrida de rejones cuyo cartel estaba integrado por Manuel Vidrié, Alvaro Domecq hijo y Joao Moura. A Pablo le impactó profundamente todo lo que los jinetes hicieron en el ruedo, pero especialmente la expresión que proyectaban los caballos al enfrentar al toro; a tal grado que terminado el festejo quedó fija en su mente una sola idea: ser torero a caballo.
Algunos de sus grandes resultados: